Lo ví, y efectivamente corrí.Aparentemente conteniendo el aire, porque cuando llegué a la puerta me encontraba pálida y agitada.
Podría haber estado exagerando, pero recordar aquella situación me hace volver a palpitar.
Largué todo el aire de una vez, ya estaba en la calle.Nada podía pasarme, más que pisarme un auto, pero no sería problema en ese momento.Me contengo, detengo, y propongo darme la vuelta, para por lo menos comenzar a caminar para seguir aquel extraño paseo.
A mi espaldas estaba él, sobre la acera, vereda, calle, cruce peatonal o como quieran llamarlo.
Para como una estatua, con el libro en su mano, y mirándome.Me sonrío.
Seguramente hice una mueca de desconcierto, porque se río.Pero la verdad es que no controlaba mis reflejos.
Lo miré con nerviosismo y seguí caminando con sus pasos en la nuca, lo que aumentaba mis nervios y mi ansiedad por llegar pronto al próximo destino.
-Disculpa si te asusté, no buscaba eso, pasa que últimamente no puedo leer si no es en lugares un tanto…extraño como veras.No pienses que estoy loco-
-Lo voy a terminar pensando si no dejas de seguirme-
-No te estoy siguiendo-
Me di vuelta como un tornado, y con mi mejor cara de asesina serial le dije:
-¿Me estás cargando? Me estas siguiendo desde que salimos de la tienda.En realidad yo salí y vos me seguiste.Si me vas a robar hacelo rápido y andate-
Quedó atónito.Seguramente no esperaba que una loca como quien les habla, se le apareciera en el único lugar en el que había logrado concentrarse para leer,y le haya hecho una escena de ¿rabia?,sin siquiera conocerlo, ni aceptar sus disculpas.
-Disculpa, creo que no estoy bien-le dije con TOTAL sinceridad.-No me asustaste, me…sorprendiste, o eso creo-
-Menos mal.Me alegro ¿estas bien entonces?-
-Si-
-Te invito un café, ¿Lo aceptas?-
-Seguro-
Pensemos.Salí a caminar, encontré a un hombre en un cuarto obscuro leyendo, me “SORPRENDIÓ”, salí corriendo, me siguió, lo ataqué y ahora me voy a tomar un café con él cuando todavía no sé quien es.
Tomé el café más largo de mi vida con él.Cada sorbo, cada segundo que pasaba con la cafeína en mis manos sentía que el tiempo pasaba lentamente, sin embargo no me quejaba.
Me contó que se llamaba Ignacio, tenía 20 y vivía en Almagro, aunque pasaba sus días enteros en San Telmo, esperando encontrar algo o alguien que le ayude a encontrar su destino.Me pidió que NO lo trate de loco, y era lo que menos quería, porque yo al lado de él, era la reina del Borda.
Vivió con sus padres hasta hacía cinco meses, porque se levantó una mañana y así lo había decidido.Sin embargo, su relación con ellos era excelente, me aclaró.
Hablamos de su vida (entre otras cosas), y de la mía, que poco importa.
Al final del día (salimos de la cafetería a las nueve de la noche), CONOCÍA a una persona más en todo el planeta.
Me ofreció llevarme a mi casa, a lo que yo contesté:
-No me acuerdo donde vivo-
Respuesta idiota si las hay, ahora que lo pienso, pero era verdad.Una nube, un NUBARRÓN
Así fue que fuimos a su casa (departamento).Lindo, sencillo, chiquito: PERFECTO.
Un sillón, un buzo grande (que en realidad para mi era grande, porque era de el), una manta y una almohada, me bastaron para decir:-“ADIÓS POR HOY, MUNDO CRUEL”-
Me dormí, y nadie más me despertó.
Mentira.Me despertó el ruido del timbre, que no PARABA de sonar.
Casa ajena, timbre ajeno, ODIO hacía el maldito timbre… ¿Qué debía hacer?
Lo maldije por dentro, y desde la habitación contigua escucho que Ignacio grita con vos de dormido:
-ATENDÉ POR DIOS, QUE NO LO SOPORTO-
Salté de la cama (sillón), para no oír más ese HORROR de timbre.
Levante el portero eléctrico y era casualmente el encargado:
-Quería avisarle al chico que ya son las cinco-
-M, gracias-dije-¿Cinco?-
-Si chica, está amaneciendo-
-A, gracias señor-
Cara, cuerpo y caminata de zombie me hicieron llegar a la habitación a avisar una hora que nunca avisé.Llegué, lo vi en una cama de dos plazas, tapado hasta el último milímetro de su cabeza, con mil frazadas y un aire acondicionado encendido.
Me metí en la cama y le dije:
-Hasta nunca-
-Hasta siempre-contestó. mejor dicho, me había robado la cabeza, y se había puesto a jugar al hockey con ella.
Podría haber estado exagerando, pero recordar aquella situación me hace volver a palpitar.
Largué todo el aire de una vez, ya estaba en la calle.Nada podía pasarme, más que pisarme un auto, pero no sería problema en ese momento.Me contengo, detengo, y propongo darme la vuelta, para por lo menos comenzar a caminar para seguir aquel extraño paseo.
A mi espaldas estaba él, sobre la acera, vereda, calle, cruce peatonal o como quieran llamarlo.
Para como una estatua, con el libro en su mano, y mirándome.Me sonrío.
Seguramente hice una mueca de desconcierto, porque se río.Pero la verdad es que no controlaba mis reflejos.
Lo miré con nerviosismo y seguí caminando con sus pasos en la nuca, lo que aumentaba mis nervios y mi ansiedad por llegar pronto al próximo destino.
-Disculpa si te asusté, no buscaba eso, pasa que últimamente no puedo leer si no es en lugares un tanto…extraño como veras.No pienses que estoy loco-
-Lo voy a terminar pensando si no dejas de seguirme-
-No te estoy siguiendo-
Me di vuelta como un tornado, y con mi mejor cara de asesina serial le dije:
-¿Me estás cargando? Me estas siguiendo desde que salimos de la tienda.En realidad yo salí y vos me seguiste.Si me vas a robar hacelo rápido y andate-
Quedó atónito.Seguramente no esperaba que una loca como quien les habla, se le apareciera en el único lugar en el que había logrado concentrarse para leer,y le haya hecho una escena de ¿rabia?,sin siquiera conocerlo, ni aceptar sus disculpas.
-Disculpa, creo que no estoy bien-le dije con TOTAL sinceridad.-No me asustaste, me…sorprendiste, o eso creo-
-Menos mal.Me alegro ¿estas bien entonces?-
-Si-
-Te invito un café, ¿Lo aceptas?-
-Seguro-
Pensemos.Salí a caminar, encontré a un hombre en un cuarto obscuro leyendo, me “SORPRENDIÓ”, salí corriendo, me siguió, lo ataqué y ahora me voy a tomar un café con él cuando todavía no sé quien es.
Tomé el café más largo de mi vida con él.Cada sorbo, cada segundo que pasaba con la cafeína en mis manos sentía que el tiempo pasaba lentamente, sin embargo no me quejaba.
Me contó que se llamaba Ignacio, tenía 20 y vivía en Almagro, aunque pasaba sus días enteros en San Telmo, esperando encontrar algo o alguien que le ayude a encontrar su destino.Me pidió que NO lo trate de loco, y era lo que menos quería, porque yo al lado de él, era la reina del Borda.
Vivió con sus padres hasta hacía cinco meses, porque se levantó una mañana y así lo había decidido.Sin embargo, su relación con ellos era excelente, me aclaró.
Hablamos de su vida (entre otras cosas), y de la mía, que poco importa.
Al final del día (salimos de la cafetería a las nueve de la noche), CONOCÍA a una persona más en todo el planeta.
Me ofreció llevarme a mi casa, a lo que yo contesté:
-No me acuerdo donde vivo-
Respuesta idiota si las hay, ahora que lo pienso, pero era verdad.Una nube, un NUBARRÓN
Así fue que fuimos a su casa (departamento).Lindo, sencillo, chiquito: PERFECTO.
Un sillón, un buzo grande (que en realidad para mi era grande, porque era de el), una manta y una almohada, me bastaron para decir:-“ADIÓS POR HOY, MUNDO CRUEL”-
Me dormí, y nadie más me despertó.
Mentira.Me despertó el ruido del timbre, que no PARABA de sonar.
Casa ajena, timbre ajeno, ODIO hacía el maldito timbre… ¿Qué debía hacer?
Lo maldije por dentro, y desde la habitación contigua escucho que Ignacio grita con vos de dormido:
-ATENDÉ POR DIOS, QUE NO LO SOPORTO-
Salté de la cama (sillón), para no oír más ese HORROR de timbre.
Levante el portero eléctrico y era casualmente el encargado:
-Quería avisarle al chico que ya son las cinco-
-M, gracias-dije-¿Cinco?-
-Si chica, está amaneciendo-
-A, gracias señor-
Cara, cuerpo y caminata de zombie me hicieron llegar a la habitación a avisar una hora que nunca avisé.Llegué, lo vi en una cama de dos plazas, tapado hasta el último milímetro de su cabeza, con mil frazadas y un aire acondicionado encendido.
Me metí en la cama y le dije:
-Hasta nunca-
-Hasta siempre-contestó. mejor dicho, me había robado la cabeza, y se había puesto a jugar al hockey con ella.


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