Cuando se le cayeron los zapatos empezó a correr como quien busca llegar a los primeros puestos de la realeza. Se dió cuenta, que NO llevaba medias, o que al menos sus guantes NO eran guantes. Los ojos, como platos, cuando vió a dos hombres que se cruzaban
en su camino, con láminas que tenían escrita la fecha de su ejecución. Bruselas, la capital donde estaba, el nombre de la tienda donde vendían polleras y donde entró a buscar caramelos para sus pies. La casa, la vieja, todo tenía olor a sopa. Hasta su pelo, que con el tiempo había cambiado de obscuro a rubio, casi blanco, casi albino. Vendía masitas en su juventud, ahora escapada del ejército real de los juguetes. Mientras huía e intentaba salvar su vida, recordó cuando sus manos malgastaban el aire golpeando las mejillas de la gente que le vendía comida. Corrió, saltó la cerca y se vio intacto, sentado en el pasto, tomando té de canela.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada