ven y toca mi puerta

tiempo de vagar

diumenge, 13 de setembre del 2015

Escuchame una cosita...

Otra vez estoy acá. Mintiendo. Porque dije que... ya sé lo que dije, pero hay veces que no puedo evitar la verborragia vomitiva de contar como estoy. Porque una vez lo aprendí y es la mejor catarsis que puedo hacer (además de hablar sola de vez en cuando).
A pesar de que tengo millones de cosas para hacer siempre que encuentro lápiz y papel (o en este caso una compu) me dedico a psicoanalizarme caoticamente, latigarme y volver a dormir.
¿Por donde empiezo? Mucho tiempo no voy a robarles.
Resulta que en poco tiempo aprendí muchas cosas. Demasiada información.
Miedo. Instantáneo.
Siempre creí que las cosas seguirían un rumbo... fijo. Una estética. Un ... dije bien, rumbo.
Las cosas siguen ese rumbo pero el camino a veces que transforma de ripio y obviamente se modifican algunas cosas.
Creía que las modificaciones me lastimarían, y sin embargo aprendí a vivir con ese ripio. Con esas cosas que duelen, pero que hacen callo y seguis adelante.
Aprendí que la mente es SUMAMENTE poderosa, y hay que tener cuidado de uno mismo y en el mejor de los casos, respeto.
Aprendí que soy yo quien controla mis estados, soy yo quien decide (o quien puede decir aunque a veces no lo haga).
Aprendí que enamorarme de alguien no me hizo más o menos idiota (bueno, tal vez un poco) sino que me hizo más reflexiva. Y después de tantos años mejor aún.
Más allá de todo eso, me alegra que las otras personas también crezcan a mi lado. Que crean, que piensen, que reflexionen, que vivan.
Porque así, si me caigo o me tiro al abismo se que no soy la única, o que podría no serlo.
Siempre tuve miedo a estar sola. En todos los sentidos. Me da ...asco. Tal vez no sea la palabra correcta, pero es la que me sale.
Ese asco a lo patético que uno puede ser aparentando ser alguien que tiene vida social, pero no... SOLA.
Y todavía eso no lo supero. Tal vez porque no quiera superarlo. Y eso si que no me avergüenza. ¿Quién quiere estar sólo?
A esta pregunta seguramente haya un montón de manitos levantadas... pero yo digo sólo, sólo.
Sin vuelta atrás. Sin calor, sin miradas, sin complicidad, sin telepatía, sin un beso, sin una asentida, sin nada.
Nadie quiere, ¿Por qué voy a tener que resignarme a algo que no todos pueden tener y tampoco quieren abandonar?
Dejenme con mi idea de la compañía. Estoy feliz así. Me hicieron bien muchas cosas. El tiempo, el llanto, los afectos, las apoyadas (suena tremendo así escrito, pero me refiero a la gente que aunque no haya estado de acuerdo conmigo aún así me apoyo en decisiones que a mi me hacían bien).
Decido (a veces) y me gusta. Y me levanta el autoestima.

Otra vez acá, mintiendo porque dije que escribía cuando estaba mal. No siempre. Hay veces en las que necesito expandir esta verborragia vomitiva de saber como me siento (en este caso bien). En otra etapa, una linda, una disfrutable, una amada, con reciprocidades que me alimentan y me llenan ganas de más. Eso sí. Ganas de más siempre... de eso tampoco me voy a resignar.